Qué son y cuáles son las heridas del ser o heridas de infancia
Explorando las heridas del ser: Una visión profunda según Lise Bourbeau
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Andrea Naranjo Gallego
Las experiencias de nuestra infancia forman la base de quiénes somos como adultos. Lise Bourbeau, en su revelador libro, nos introduce a la teoría de las cinco heridas fundamentales que impactan nuestra vida adulta. Estas heridas, a menudo inadvertidas, pueden dictar nuestras acciones, reacciones y relaciones.
¿Qué son las heridas del ser o de infancia?
Las heridas del ser o de infancia, también conocidas como heridas emocionales primarias, son traumas o experiencias negativas sufridas durante los primeros años de vida que marcan profundamente la personalidad y el comportamiento de una persona a lo largo de su vida adulta. Estas heridas afectan la forma en que los individuos se ven a sí mismos, cómo interactúan con otros y cómo enfrentan las situaciones de la vida. Lise Bourbeau, en su libro "Las 5 heridas que impiden ser uno mismo", identifica cinco tipos principales de estas heridas.
Estas heridas del ser o de infancia son fundamentales porque moldean patrones de comportamiento y reacciones emocionales en la adultez.
Reconocer y trabajar en sanar estas heridas es un paso crucial hacia el desarrollo personal y la mejora de la calidad de vida. A través de la terapia, la introspección y el trabajo personal, es posible sanar estas heridas y construir relaciones más saludables, aumentar la autoestima y vivir una vida más plena y satisfactoria.
¿Cuáles son los tipos de heridas psicológicas que existen?
1. La herida del rechazo
La herida del rechazo se origina en sentirnos no deseados o excluidos, especialmente por los padres o cuidadores. Esta herida nos lleva a la autoexclusión y al miedo al abandono, resultando en una baja autoestima y dificultades para relacionarnos de manera abierta con los demás.
Sanación: Reconocer el valor propio, practicar la autoaceptación y abrirse gradualmente a relaciones de confianza.
2. La herida de abandono
Esta herida se manifiesta en aquellos que experimentaron la ausencia física o emocional de uno o ambos padres. Conlleva un miedo profundo al abandono, lo que puede llevar a dependencias emocionales o a la necesidad constante de atención.
Sanación: Trabajar en la independencia emocional, reforzar la autoconfianza y buscar relaciones equilibradas.
¿Cómo saber si tienes la herida de abandono?
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3. La herida de humillación
Relacionada con sentirse avergonzado, especialmente por figuras de autoridad, esta herida puede llevar a una lucha con la autoimagen y el respeto propio. A menudo, conduce a un comportamiento sumiso o a evitar situaciones que puedan generar crítica.
Sanación: Fomentar la autoestima, establecer límites saludables y practicar el autorespeto.
4. La herida de traición
Quienes sufren la herida de la traición experimentaron promesas rotas o confianza traicionada por personas cercanas. Esto genera desconfianza hacia los demás y dificultades para comprometerse o confiar en relaciones futuras.
Sanación: Aprender a confiar nuevamente a través de pequeños pasos, reconociendo que no todas las personas son iguales.
5. La herida de la injusticia
Esta herida surge de un entorno rígido o excesivamente crítico, donde las expectativas altas son la norma. Puede resultar en perfeccionismo, rigidez y una crítica interna dura.
Sanación: Aceptar la imperfección, practicar la compasión hacia uno mismo y valorar el proceso sobre el resultado.
Para aprender más sobre las heridas, te invitamos a leer el libro "Las sanación de las 5 heridas" de Lise Bourbeau. Mira el libro aquí.
Camino hacia la sanación
La sanación de estas heridas comienza con la conciencia y el reconocimiento de su presencia en nuestras vidas. Bourbeau sugiere que trabajar en nuestras heridas no solo mejora nuestro bienestar emocional sino que también enriquece nuestras relaciones con los demás.
Iniciar este viaje de sanación requiere coraje, tiempo y, a menudo, el apoyo de profesionales. Sin embargo, el resultado es una vida más plena, relaciones más saludables y una mayor paz interior.
Las heridas de la infancia no tienen que definir nuestra vida adulta. Reconocer, comprender y trabajar en estas heridas es un paso crucial hacia la sanación y el crecimiento personal.
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